Los desconocidos músculos que usamos en el baño (y en el sexo)

Son unas tiras de músculo, planas y alargadas, que se entrecruzan como una especie de malla que sostiene el peso de nuestros intestinos, nuestras vejigas y nuestros órganos sexuales. Los usamos todos los días, no de manera involuntaria como sucede con otros músculos (como el corazón, que late sin que se lo pidamos) sino sólo cuando deseamos hacerlo. Los contraemos y relajamos cuando vamos a orinar, cuando defecamos y también cuando tenemos relaciones sexuales. Los músculos que forman el llamado "Piso Pélvico" o "Suelo Pélvico" son importantísimos... pero la mayoría de personas ni siquiera sabe de su existencia. Y menos que, como cualquier músculo, pueden entrenarse para funcionar mejor. 


Los problemas

Cuando algo en ellos no funciona bien aparecen diferentes tipos de problemas. Uno de ellos es la incontinencia, tanto la fecal como la urinaria pues estos músculos envuelven tanto el ano como la uretra, dándoles sustento y reforzando la labor de sus esfínteres.

Como se sabe la incontinencia urinaria es la incapacidad, parcial o total, de retener adecuadamente el flujo de orina o controlarlo. Aunque la incontinencia puede tener muchas causas (a veces es debida a problemas de otros órganos del cuerpo) muchas veces el piso pélvico está involucrado y trabajarlo puede ayudar a reducir el problema en ambos sexos. 

Por supuesto estos músculos también están involucrados en las labores de parto y por eso es importante trabajarlos antes de dar a luz (para facilitar el parto) como después (para recuperar el control de los músculos que se han visto sobre-estresados tras el proceso de alumbramiento), 

Pero también hay problemas exclusivamente masculinos relacionados con el piso pélvico. Nada menos que La disfunción eréctil y la eyaculación precoz. En muchos casos ambos problemas pueden tener un origen psicológico, a menudo por ansiedad o estrés durante el sexo. La forma en que esa "presión psicológica" se manifiesta en el comportamiento sexual es, precisamente, a través de una pérdida de control sobre los músculos pélvicos que en circunstancias normales ayudan al hombre tanto a controlar su erección como a retener/controlar su eyaculación. Entrenando estos músculos se puede aprender a tener un control sobre sus contracciones y movimientos 

¿Y cómo se entrenan? 

La principal forma de "gimansia pélvica" son los ejercicios de Kegel (llamados así por el ginecólogo que los inventó para ayudar a las mujeres a prepararse para el parto). Pueden ser practicados por ambos sexos y consisten, básicamente, en contraer los músculos pélvicos. ¿Cómo saber si la contracción es la correcta? Imagínese que está a punto de escapársele un gas. La contracción del ano (apretando los glúteos) que uno hace para evitarlo es exactamente el movimiento que se requiere. Otra contracción similar es la que una hace para interrumpir el flujo de orina.

Existen diferentes "rutinas" de ejercicios, para fortalecer el piso pélvico que dependen del tipo de problema que se quiere reducir, que los los urólogos y los terapeutas del piso pélvico pueden enseñar a sus pacientes. Algunas de estas rutinas consisten en hacer esa contracción y mantenerla durante unos segundos, y hacerlo en series de diez a quince repeticiones, con una breve pausa. Otra forma de entrenarlos es al orinar, interrumpiendo periódicamente el flujo de orina con una contracción durante uno o dos segundos y luego reanudándola. Eso sí, la frecuencia y la cantidad de veces que deben realizarse dependerá de cada caso, pero hay cierto consenso en que nunca dañan y que casi siempre ayudan. 




Un artículo de contenidoweb.net para Clínica Urozen 


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